El Papa, en el cementerio militar de Nettuno:
(José M. Vidal).- Misa del Papa, en el Día de Difuntos,
por todas las victimas de la guerra, en el cementerio romano-americano
de Nettuno. Triste, Francisco lanza desde el cementerio militar, un
nuevo "nunca más a la guerra", con la que "se pierde todo". Y advierte
de que "hoy el mundo está en guerra a pedazos y se prepara para ir de
nievo a la guerra".
La primera lectura del Libro de Job. La segunda, de la carta de San Pablo a los Romanos. Lectura del pasaje del Evangelio de Juan:
"El que viene a mí, Yo no lo dejaréa fuera...Que Yo no pierda nada de
todo lo que me dió...Ésta es la voluntad de mi Padre...Yo lo resucitaré
en el último día".
Concelebraron la eucaristía con el Papa, el obispo de Albano, monseñor Smeraro y el prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Ganswein.
Algunas frases de la homilía improvisada del Papa
"Estamos hoy reunidos aquí en la esperanza"
"Para repetir las palabras de Job: 'Sé que mi redentor está vivo'"
"La esperanza de encontrar a Dios"
"Esta esperanza no desilusiona"
"La esperanza nunca desilusiona"
"Pero, a veces, la esperanza nace de las heridas humanas"
"Es la oración que surge en nosotros, cuando vemos este cementerio"
"Por favor, Señor, detente: Nunca más, nunca más la guerra"
"Nunca más esta tragedia inútil"
"Mejor esperar sin esta destrucción"
"Esperanzas rotas. Nunca más, Señor"
"HOy que rezamos por todos los difuntos, pero de en especial por los jóvenes caídos en la guerra y aqui enterrados"
"Hoy que el mundo está de nuevo en guerra y se prepara para ir de nuevo a la guerra"
"Nunca más, Señor"
"Con la guerra se pierde todo"
"Me viene a la mente, aquella anciana que mirando las ruinas de
Hiroshima, con resignación sapiencial y con dolor, decía: 'Los hombres
hacen todo para declarar una guerra y, al final, se destruyen a si
mismos"
"La guerra es la destrucción de nosotros mismos"
"Lágrimas que hoy la Humanidad no debe olvidar"
"La Humanidad, por su orgullo, no aprendió la lección y parece que no quiere aprenderla"
"Los hombres pretenden crear una primavera y terminan en el
invierno, en el reino del terror y de la muerte""·Rezamos por todo slos
digunto,s pero especialmente por estos jóvenes"
"Muchos siguen muriendo en esta guerra a pedazos de hoy en día"
"La muerte es el fruto de la guerra"
"Que el Señor nos dé la gracia de llorar"
Ésta es la homilía del Papa:
Todos nosotros estamos hoy reunidos en la esperanza. Cada uno de
nosotros, en el propio corazón, puede repetir las palabras de Job que
oímos en la primera lectura: « yo sé que mi Redentor vive y que él, el
último, se alzará sobre el polvo». La esperanza de reencontrar a Dios,
de reencontrarnos todos nosotros como hermanos, esa esperanza no
desilusiona. Pablo fue fuerte en esa expresión de la segunda lectura «
la esperanza no quedará defraudada».
Pero la esperanza muchas veces nace y hecha sus raíces en tantas
llagas humanas, en tantos dolores humanos, y en ese momento de dolor, de
herida, de sufrimiento, nos hace mirar al cielo y decir: yo creo que mi
Redentor está vivo. Pero deténte Señor. Y esa es la oración que tal vez
sale de todos nosotros cuando miramos este cementerio: "estoy seguro
Señor que estoy contigo. Estoy seguro": nosotros decimos esto. "Pero por
favor, Señor, detente. No más, nunca más la guerra. Nunca más esta
«inútil matanza»", como dijo Benedicto XV. Mejor esperar sin esta
destrucción: jóvenes, miles, miles, miles, y miles... esperanzas rotas,
¡no más Señor! Y esto debemos decirlo hoy, que rezamos por todos los
difuntos, pero en este lugar rezamos en modo especial por estos chicos.
Hoy, en que el mundo está de nuevo en guerra y se prepara para ir más
fuertemente en guerra. No más Señor, no más. Con la guerra se pierde
todo.
Me viene a la mente aquella anciana que, mirando las ruinas de
Hiroshima con resignación sapiencial, pero con mucho dolor, con esa
resignación lamentosa que saben vivir las mujeres, porque es su carisma,
decía: "los hombres hacen de todo por declarar y hacer la guerra, y al
final, se destruyen a sí mismos". Ésta es la guerra: la destrucción de
nosotros mismos. Seguramente aquella mujer, esa anciana había perdido
hijos, y nietos. Sólo tenía la herida en el corazón y las lágrimas. Y si
hoy es un día de esperanza, hoy también es un día de lágrimas. Lágrimas
como las que sentían y lloraban las mujeres cuando llegaba el correo:
"usted señora tiene el honor de que su marido haya sido un héroe de la
Patria"; "que sus hijos, sean héroes de la Patria". Son lágrimas que hoy
la humanidad no debe olvidar. Este orgullo de esta humanidad que no ha
aprendido la lección y parece que no quiere aprenderla.
Cuando muchas veces en la historia los hombres piensan con hacer
una guerra, están convencidos de traer un mundo nuevo, de hacer una
"primavera". Y termina en un invierno, feo, cruel, con el reino del
terror y de la muerte. Hoy rezamos por todos los difuntos, por todos.
Pero en modo especial por estos jóvenes, en un momento en el que muchos
mueren en las batallas de cada día, en esta guerra a pedazos. Rezamos
también por los muertos de hoy, los muertos de guerra, también niños
inocentes. Éste es el fruto de la guerra: la muerte. Y que el Señor nos
de la gracia de llorar.
Una vez de regreso en el Vaticano el Santo Padre Francisco se
dirigirá a las Grutas de la Basílica Vaticana para un momento de oración
en privado, como es tradicional en esta fecha, en sufragio de sus
predecesores y de todos los difuntos.