Pro Francisco

Papa:

Papa:

(José M. Vidal).- En la audiencia general del miércoles, el Papa Francisco subraya
que Dios, nuestro Dios, es Padre, Abba. Un Padre que "sólo sabe
conjugar el verbo amar" y que "no puede estar sin el hombre". Éste es,
según Bergoglio, la "gran revolución del cristianismo", el gran misterio
de Dios revelado por el cristianismo: UN Dios papá.


Del Evangelio de Lucas: "Señor, enséñanos a orar, como Juan
enseñó a sus discípulos. Él les dijo: Cuando recéis decid: 'Padre,
santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan
cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos debe y nos nos dejes caer en tentación'"


Algunas frases de la catequesis del Papa


"Había algo fascinante en la oración de Jesús"



"El misterio del Cristo orante. El Señor rezaba"



"Un día le piden que les enseñe a rezar"



"Y Jesús les enseña la oración cristiana por excelencia"



"Todo el misterio de la oración cristiana se resume en esto: tener la valentía de llamar a Dios como Padre"



"Llamar a Dios con el nombre del Padre nos coloca en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá"



"Ésta es la gran revolución, que el cristianismo imprime en la psicología religiosa de Dios"



"Una revolución difícil de acoger"



"Pensemos en la parábola del padre misericordioso"



"Dios es Padre a su manera: bueno e indefenso ante el libre arbitrio del hombre, capaz de conjugar sólo el verbo amar"



"Abba, Padre y que algunos traducen 'papá"



"Ya no estamos solos nunca más"



"Dios no puede estar sin nosotros. Es Él el que no puede estar sin nosotros"



"Dios no puede ser Dios sin el hombre: gran misterio"



"Y esta certeza es la fuente de nuestra esperanza"



"Un Padre que siempre nos mira con amor y que nunca nos abandona"



"Les hago una propuesta: Tenemos muchos problemas y necesidades.
Pensemo sun poco, en silencio, en nuestros problemas y necesidades.
Pensemos en el Padre, en nuestro Padre, que no puede pasar de nosotros y
que, en este momento, nos mira. Y todos juntos, con fe y esperanza,
recemos: 'Padre nuestro..."





Texto sin agregados de la catequesis del Papa Francisco


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Había algo de atractivo en la oración de Jesús, era tan fascinante
que un día sus discípulos le pidieron que les enseñara. El episodio se
encuentra en el Evangelio de Lucas, que entre los Evangelistas es quien
ha documentado mayormente el misterio del Cristo "orante". Los
discípulos de Jesús están impresionados por el hecho de que Él,
especialmente en la mañana y en la tarde, se retira en la soledad y se
"inmerge" en la oración. Y por esto, un día, le piden de enseñarles
también a ellos a orar. (Cfr. Lc 11,1).


Es entonces que Jesús transmite aquello que se ha convertido en la
oración cristiana por excelencia: el "Padre Nuestro". En verdad, Lucas,
en relación a Mateo, nos transmite la oración de Jesús en una forma un
poco abreviada, que inicia con una simple invocación: «Padre» (v. 2).


Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta
palabra: tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo
afirma también la liturgia cuando, invitándonos a recitar
comunitariamente la oración de Jesús, utiliza la expresión «nos
atrevemos a decir».


De hecho, llamar a Dios con el nombre de "Padre" no es para nada
un hecho sobre entendido. Somos conducidos a usar los títulos más
elevados, que nos parecen más respetuosos de su trascendencia. En
cambio, invocarlo como "Padre" nos pone en una relación de confianza con
Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y
cuidado por él. Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime
en la psicología religiosa del hombre. El misterio de Dios, que siempre
nos fascina y nos hace sentir pequeños, pero no nos da más miedo, no nos
aplasta, no nos angustia. Esta es una revolución difícil de acoger en
nuestro ánimo humano; tanto es así que incluso en las narraciones de la
Resurrección se dice que las mujeres, después de haber visto la tumba
vacía y al ángel, «salieron corriendo del sepulcro, porque estaban
temblando y fuera de sí» (Mc 16,8). Pero Jesús nos revela que Dios es
Padre bueno, y nos dice: "No tengan miedo".


Pensemos en la parábola del padre misericordioso (Cfr. Lc
15,11-32). Jesús narra de un padre que sabe ser sólo amor para sus
hijos. Un padre que no castiga al hijo por su arrogancia y que es capaz
incluso de entregarle su parte de herencia y dejarlo ir fuera de casa.
Dios es Padre, dice Jesús, pero no a la manera humana, porque no existe
ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de
esta parábola. Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre
albedrio del hombre, capaz sólo de conjugar el verbo "amar". Cuando el
hijo rebelde, después de haber derrochado todo, regresa finalmente a su
casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino
siente sobre todo la necesidad de perdonar, y con su brazo hace entender
al hijo que en todo ese largo tiempo de ausencia le ha hecho falta, ha
dolorosamente faltado a su amor de padre.


¡Qué misterio insondable es un Dios que nutre este tipo de amor en relación con sus hijos!


Tal vez es por esta razón que, evocando el centro del misterio
cristiano, el Apóstol Pablo no se siente seguro de traducir en griego
una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba: "abbà". En dos ocasiones
San Pablo, en su epistolario (Cfr. Rom 8,15; Gal 4,6), toca este tema, y
en las dos veces deja esa palabra sin traducirla, de la misma forma en
la cual ha surgido de los labios de Jesús, "abbà", un término todavía
más íntimo respecto a "padre", y que alguno traduce "papá, papito".


Queridos hermanos y hermanas, no estamos jamás solos. Podemos
estar lejos, hostiles, podemos también profesarnos "sin Dios". Pero el
Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros:
Él no será jamás un Dios "sin el hombre". Esta certeza es la fuente de
nuestra esperanza, que encontramos conservada en todas las invocaciones
del Padre Nuestro. Cuando tenemos necesidad de ayuda, Jesús no nos dice
de resignarnos y cerrarnos en nosotros mismos, sino de dirigirnos al
Padre y pedirle a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde
las más evidentes y cotidianas, como el alimento, la salud, el trabajo,
hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el
espejo de nuestra soledad: existe en cambio un Padre que siempre nos
mira con amor, y que seguramente no nos abandona.


 



 


Texto íntegro del saludo del Papa en español


Queridos hermanos y hermanas


El modo de rezar de Jesús atraía la atención de sus discípulos y
un día le pidieron que les mostrase cómo hacerlo. Él les enseñó el
«Padre Nuestro», la oración cristiana por excelencia. En la sencilla
invocación «Padre» se resume todo el misterio de nuestra oración.


Con Jesús podemos llamar a Dios: «Abba», un término que muestra
confianza y cercanía, y que podríamos traducir por «papá». Dios es
nuestro «papá», y llamarle así nos pone en estrecha relación con él,
como un niño que se siente amado y protegido por su padre.


Jesús en la parábola del padre misericordioso nos presenta a Dios
como un Padre bueno. No actúa al modo humano, sino a la manera divina,
«amando» de forma diferente. Cuando el hijo pródigo vuelve a casa,
después de haber derrochado todos sus bienes, el padre sale a recibirlo y
no le aplica criterios de justicia humana, sino que lo perdona y lo
abraza, mostrándole cuánto ha sentido su ausencia. Este es el misterio
insondable de Dios que no puede dejar de amar a sus hijos. Esta certeza
es la base de nuestra esperanza.
***
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.


Los invito a dirigirse a Dios, nuestro Padre, en todo momento y
circunstancia. No nos encerremos en nosotros mismos, sino que acudamos
con confianza a él, que como Padre bueno nos mira con amor y nunca nos
abandona. Muchas gracias.


Saludo en italiano


"Mañana, se renueva en diversos países, la iniciativa un minuto
para la paz. Un pequeño momento de oración, para recordar el enucentro
en el Vaticano que mantuve con el desaparecido presidente israelí Peres y
el presidente palestino Abbas. En nuestro tiempo se necesita rezar
cristianos, hebreos y musulmanes por la paz"


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